Seguir al Señor en los Últimos Tiempos: pilares



3 Marzo de 2016


Certeza de seguir un rumbo cuando antes no veíamos ni el camino; simplemente nos dejábamos llevar por lo que el mundo nos presentara. La mayoría, arrastrados por la corriente, sin pararnos a pensar y evitando sobresalir, salvo que la moda del momento invitara precisamente a eso: a llamar la atención con algún modernismo, perversión, extravagancia o rareza.

Días de alegría, de inmensa alegría interior que sólo pueden provenir del Cielo; días de desánimo, decaimiento y tristeza; días de dudas que hacen aún más invisible nuestra alma en las noches oscuras; continuos, incansables y sutiles embates de los espíritus del mal que nos rodean, cuyas principales armas (mundo, demonio y carne) portan lazadas con las que camufladamente procuran sin descanso nuestra caída; de día y de noche –atacando incluso en sueños-.

No es éste un sendero fácil; es el camino al Calvario con la Cruz y la Corona de Espinas, pero hecho a nuestra medida, acorde a nuestra muy limitada capacidad, e incomparable con lo que vivió nuestro Señor Jesucristo, tanto por nuestra pequeñez humana como por Su prueba extrema.

Demonios visibles y otros bien escondidos nos acechan; personas conocidas, desconocidas e incluso familiares a los que parece molestarles hasta nuestro existir; de algunos, rabia contenida -como si les hubiéramos hecho algo-; engaños, daños, trampas y traiciones continuas, enmarcadas en un odio irracional, que aprendemos e incluso nos especializamos en evitar y esquivar, y que nos conforma a base de golpes, a ser ermitaños, sin pretender serlo. Y al mismo tiempo, teniendo presente que nosotros también hemos pecado en este sentido y hemos hecho en algún momento “de las nuestras” *(Jn 8:7), Dios nos insta a actuar como Él ¿lo conseguimos?; al menos, que no haya reciprocidad en el odio, ni rencor, ni ánimo de venganza en nuestro corazón; pues perdonar, no implica necesariamente que tengamos que relacionarnos con nuestros enemigos, con los que nos dañan.

De hecho, el que perdona no siente que tenga enemigos, sino personas con las que quizás conviene estar prevenido, que inquietan el alma, y que en ocasiones, es mejor evitar. A veces, es Dios mismo quien nos conduce a la soledad y al desierto, libre de asideros, para prepararnos, siendo esto un regalo para el alma.

También como cristianos, nos enfrentamos al rechazo creciente del mundo hacia la fe que profesamos; y simultáneamente, intentamos evangelizar –a las almas susceptibles a ello- ante este desolador panorama a nuestro alrededor y en la época de la Gran Apostasía. Lo que hace tan solo unas pocas décadas era tradición aceptada y compartida, ahora es desagradable recordatorio de valores, comportamientos y modos de vivir que se debieran seguir y no se siguen; los cuales se atacan sistemáticamente desde el ateísmo, esgrimiendo los casos de escándalos dentro de la Iglesia como argumento para difundir el descrédito. **(Jn 15:19)

Y en medio de todo este entorno, el Cielo vela por nosotros, nos protege y nos provee con Sus armas y herramientas. Uno de nuestros pocos méritos –aunque sea voluble-: la fe. Lo que debemos hacer: dar el primer paso e iniciar el camino; las gracias y ayudas vendrán después. La herramienta que Dios nos proporciona y que es indispensable para el cristiano durante todo el peregrinar, es la oración (directa, reglada o incluso en ofrecimiento de nuestras acciones y quehaceres).

El resto de las armas y recursos del Cielo, se van descubriendo poco a poco, pues aquí no hay atajos, y se nos proporcionan a medida que avanzamos. Ellas nos sirven como pertrecho y refrigerio en los días oscuros. Y aunque es bueno que sepamos que el desánimo, el desasosiego, la inquietud, la ira y el abatimiento vienen del mal, contamos con diversos recursos para autoreanimarnos y sobreponernos al día a día. Algunos de esos recursos o pilares a los que podemos aferrarnos cuando decaemos, son:

  • Saber que estamos en el camino correcto; por eso es estrecho y por eso difícil; y por ello somos probados y tentados. *** (Mt 7:13).
  • La paz interior como baremo fundamental de nuestro actuar y de nuestra conciencia; nos ratifica que vamos en la dirección correcta.
  • La oración: recurso al que siempre podemos recurrir, y especialmente en los momentos más oscuros o complicados –que es también cuando más cuesta-; no para que el Señor escuche siempre nuestra interminable lista de continuas quejas transitorias, sino, orar, hasta que nosotros lo escuchemos a Él, y sintamos las inspiraciones, efusiones y guía del Espíritu Santo. El ayuno y el sacrificio ayudan a ello.
  • Las numerosas muestras y detalles que Dios ha tenido para con nosotros, que nos ha manifestado en diversos momentos a lo largo de nuestra existencia; cada uno tiene las suyas, y es muy importante recordar esto, pues el Señor –a diferencia de lo que pueda hacer el ser humano- no nos deja tirados a mitad del camino, mientras nosotros no le demos la espalda, aunque a veces se esconda.
  • Fenómenos extraordinarios o sobrenaturales: algunas personas hemos tenido esta especial vivencia en algún que otro momento de nuestra vida. Según creo, todo ser humano tiene al menos 1 ó 2 experiencias de este tipo a lo largo de su paso por el mundo (si está abierto espiritualmente para poder percibirlas). Normalmente son de muy corta duración –casi instantáneas-, pero dejan una imborrable huella. A veces Dios las permite o concede para despertar almas y procurar llevarlas al camino correcto, y en otras ocasiones, son regalos del cielo. No olvidemos estos inusuales instantes, breves pero tan intensos, porque son flashes excepcionales en nuestra vida para indicar o corroborar nuestro camino.
  • Los mensaje proféticos actuales como los publicados en este blog. Nos guían, ayudan, alientan, asisten, previenen (no para atemorizar sino para que nos dispongamos -física y espiritualmente-) e instruyen sobre la realidad –tanto visible como invisible- de nuestros días. Dios nos muestra anticipadamente y como acto de Misericordia, la Verdad de lo que vivimos; y continuamente el Cielo nos recuerda, que en este peregrinar no estamos solos. ****(Mt 28: 20)

Por tanto, aprovechemos esta privilegiada ocasión, y con las armas que el Cielo nos brinda y bajo Su protección, luchemos el día a día en esta guerra que se está librando, que es la gran batalla espiritual, como guerreros de los Últimos Tiempos.


Marcial Franco B.


* Jn 8: 7. Aquel de ustedes que esté libre de pecado, que tire la primera piedra.
** Jn 15:19. Si fueran del mundo, el mundo los querría como a los suyos. Pero ustedes no son del mundo, sino que yo los he escogido de entre el mundo. Por eso el mundo los aborrece.
*** Mt 7: 13. Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella.
**** Mt 28: 20. y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.

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