31 Mayo de 2018
Por
Marcial Franco B.
Los
mismos que han esgrimido continuamente respeto, libertad, igualdad,
diálogo y participación son los principales dictadores sociales.
Y aunque ninguna dictadura es deseable, la diferencia es que en la
dictadura que en su día hubo en España, se procuraba el bien común,
impidiendo que se transgredieran las leyes; la
de ahora, es la dictadura del mal; la que impone su manipulación,
tergiversación, desvío, perversión y transgresión.
Según
actúo en ocasiones cuando me hierve la sangre ante estos pequeños
satanases –como yo les llamo- que tratan de malear a nuestra
juventud, inserté unos simples carteles en 2 de los paneles públicos
de la ciudad. No había transcurrido 1 hora cuando ya habían sido
arrancados unos, y tapados, otros, en torno a las 7h. de la mañana.
Me llamó la atención observar que había un coche del “servicio
oficial” que se encarga de reponer la cartelería, para que cuando
los jóvenes lleguen al instituto, vean exactamente lo que ellos
quieren que vean.
Pues bien, el empleado de turno colgó unos pocos carteles nuevos
anunciando la feria de Fisaldo patrocinada por el Cabildo de Gran
Canaria. Eso sí, de los míos no dejó ni uno, pues parecen tener
instrucciones de no
permitir que nadie se exprese oponiéndose a lo que ellos, nuestras
instituciones públicas, deciden imponer.
Esto mismo lo he denunciado públicamente en ocasiones anteriores.
Los
carteles que inserté, prácticamente coincidían con el titular y
contenido de mi último artículo: “La Feria del Libro utilizada
para imponer el feminismo y la ideología de género. El feminismo es
tan perjudicial como el machismo”. Y ya que lo tenía guardado en
el procesador de texto, aprovecharé para subirlo a internet
–incluyendo la imagen, colores y simbología que ellos utilizan
para implementar obligatoriamente estos conceptos-. Pero también
aquí aplican su dictadura, pues, según he observado, “desaparecen
archivos jpg o gráficos” publicados, cuando éstos se oponen o
confrontan a sus pretensiones, especialmente en lo relativo al
colectivo LGTB.
Al
margen de ello,
decir que el feminismo es bueno y el machismo es malo, es tan
ridículo como decir que las mujeres son buenas y los hombres malos,
pues hay de todo en todas partes. En esta época todo está al
revés; hay que decir, definir o explicar lo evidente, lo obvio.
Parece como si a nuestros gobernantes del Ayuntamiento de Las
Palmas, Cabildo de Gran Canaria y Gobierno de Canarias, se les
hubiera roto la brújula inherente a todo ser humano; ésa que indica
dónde está el norte. Parece que se les averió el discernimiento
para distinguir el bien del mal, y que han decidido emplear su libre
albedrío para tender siempre hacia lo indebido, y fomentarlo. Unos
son culpables por acción, y otros, por omisión.
Estos
pequeños satanases, son conscientes de la manejabilidad de una parte
de la población. En
el colmo de la aberración, buena parte de
la
labor de las ahora mal denominadas “Consejerías y Concejalías de
Igualdad” tiene como víctimas predilectas a los niños y
adolescentes, a los que tratan de confundir con respecto a su
sexualidad –incluso antes de que se despierte en ellos el instinto
sexual, robándoles así la inocencia-; y por ello, gustan de
difundir, sin pudor, su bazofia en centros de enseñanza y
bibliotecas, realizando, si pueden, talleres o actividades con las
que inculcar socarronamente su “adoctrinamiento de género”
entre nuestros infantes.
Y
por supuesto, sus tentáculos se expanden hacia los jóvenes en
general, pues es normal que éstos, una vez confundidos y
maleados, hayan desterrado cualquier tipo de valor moral, religioso o
espiritual. Con este fin, los llevan y los traen por donde quieren,
ofertándoles continuamente fiestas de todo tipo, para tenerlos
entretenidos y que las masas naden en alcohol, desvío y perversión.
Ahora vuelve el Ayuntamiento a la carga publicitando la
“participación social”; para así excusarse luego en que las
medidas las implementan porque la sociedad lo solicita. También
vuelven a la carga con las fiestas fundacionales; y cuando no son
éstas, son las del carnaval, o las del verano, o las de navidad en
verano, o conciertos de grupos rockeros irreverentes de todo tipo.
Esto
sí es una diabólica dictadura, cuando no permiten que nadie se
exprese –ni siquiera en sitios habilitados para ello- contra lo que
ellos desean. No es normal que insistan tanto en el adoctrinamiento
de género;
es de suponer que esta
machaconería que a todas luces es un desvío (tal como constata la
OMS) es porque hay intereses ocultos detrás
–que habitualmente son económicos-; pues cuando se trata de este
tema, se desvían y pierden los papeles aún más que el propio
desvío que fomentan; y esto lo publicitan –como han hecho con los
carteles de la Feria del Libro- por todas partes, incluso en el
mobiliario urbano de la ciudad, contraviniendo e infringiendo así
las ordenanzas municipales. Esta
sí que es gentuza de la mala.
Cada
vez parece más cierta aquella declaración de Javier
Maroto del PP en junio de 2016,
manifestando que desde Irán, país que cuelga a los homosexuales de
las grúas, se estaba financiando lo relativo a PODEMOS
y a la ideología
de género
en España; pues, por una parte, a ellos les sobra el dinero que les
proviene del petróleo; y por otra, para los políticos locales, el
dinero es su dios; y esta ha sido su estrategia para lograr corromper
y destruir la sociedad occidental desde dentro: amariconándola,
adocenándola. Por supuesto, los resguardos o
cauces de
dichas previsibles transferencias dudo que los veamos nunca.
Y
vaya uno por donde vaya, parece que la oscuridad más absoluta nos
envuelve. Y aunque como decía al principio, nadie quiere una
dictadura, ni es deseable, sí me llama mucho la atención lo
siguiente: personas de mi misma edad, que prácticamente no vivimos
de dictadura de Franco, pues cuando el caudillo falleció, tendríamos
menos de 5 años, resulta que lo odian a muerte. Y entiendo que en
una guerra –y más si es una guerra civil- el bando opositor pueda
odiar al cabecilla del bando vencedor, pues Franco representaba a uno
de los bandos en España, pero lo que no entiendo, es cuando lo dicen
personas que ni siquiera vivieron dicha época. Lo poco que recuerdo
de aquellos años es que había gente a favor y en contra, pero todo,
en líneas generales, parecía tener un orden, no como el indeseable
caos hacia el que ahora nos pretenden abocar.
Finalizaré
el presente escrito, recomendando a estos jefecillos supremos del
demonio, vuelvan a enviar a su secuaz para quitar nuevamente los
carteles que reinserté, pues hoy les ha fallado esta mafiosa
actividad dictatorial.
Este artículo también ha sido publicado en prensa; en "Canarias Noticias".